Al vernos enfrentados a los resultados de cualquier evaluación, tendemos, naturalmente, a clasificar a los estudiantes entre aquellos a los que “les fue bien” y a los que “les fue mal” o “no tan bien”. Además, como principal estrategia, a partir de esta aseveración tendemos a enfocarnos en aquellos con menores puntajes para que los aumenten, mientras asumimos que los estudiantes con un puntaje más alto no requieren de especial atención del docente.
Lo que estamos dejando de lado al sacar este tipo de conclusiones es, en primer lugar, el punto de partida de cada uno de estos estudiantes. ¿Cómo estaba el año anterior? ¿Ha avanzado con respecto a su desempeño? ¿Ha disminuido su puntaje?
Así, por ejemplo, un estudiante que tiene puntaje más alto que el resto de su curso -y que por esto mismo no es foco de la estrategia pedagógica de la mayoría del curso- puede haber disminuido su rendimiento desde el año pasado y estar cerca de que su desempeño alcance el promedio o, incluso, de que disminuya respecto de este. Por otro lado, un estudiante con un puntaje bajo el promedio de su curso, puede haber avanzado tremendamente desde su última evaluación y eso no se puede dejar de lado, ya que, de mantener esta trayectoria, alcanzará un desempeño dentro de lo esperado o superior.
El objetivo de SEPA es, precisamente, que este tipo de situaciones, a través de una adecuada interpretación de los resultados, se transforme en una oportunidad para utilizar los datos, con el fin de que todos y cada uno de los estudiantes aprendan y desarrollen su potencial. Es decir, que a través de los resultados de aprendizaje de los estudiantes se generen espacios de reflexión sobre los procesos de gestión y de aula, los que posteriormente den pie a estrategias coherentes con las necesidades académicas de los estudiantes.
Para cumplir estos objetivos, SEPA ofrece reportes de resultados que contribuyen a que el establecimiento observe internamente sus propias prácticas y creencias pedagógicas. Además, se ofrecen materiales de trabajo que pueden ser utilizados al interior del establecimiento.
Los resultados a los cuales se tiene acceso desde la primera aplicación de las pruebas SEPA son los datos de Estado, que entregan información respecto de los logros de aprendizaje obtenidos al final del periodo escolar. En segundo lugar, están los reportes de Progreso, que se obtienen a partir de la segunda aplicación y permiten monitorear la trayectoria escolar de los estudiantes, e identificar a los alumnos o grupos que progresan menos de lo que pareciera, o que han avanzado más de lo que imaginábamos. Dentro de este reporte podemos encontrarnos con distintos Perfiles de Progreso, que se refieren a los distintos comportamientos del puntaje de Progreso para estudiantes, grupos o establecimientos determinados.
Esta información es sumamente relevante, sobre todo si se lee de la forma adecuada. Para hacerlo, hay que partir de la base de que el aprendizaje puede y debe desarrollarse y crecer. De esto deriva el hecho de que si hay estudiantes que no han llegado al punto de Progreso esperado, es porque no lo han hecho todavía, y eso dependerá del esfuerzo y de las estrategias apropiadas que se utilicen con cada grupo de alumnos y de las que el estudiante tenga consigo mismo (Dweck, 2000). En todos los casos y distintos perfiles de Progreso existe una potencialidad de desarrollo y Progreso del aprendizaje.
Esta concepción del aprendizaje es crucial para lograr que las evaluaciones de cualquier tipo sean utilizadas formativamente, ya que de otra manera las calificaciones y estándares únicamente servirían para discriminar, clasificar y seleccionar, concibiendo la capacidad de aprendizaje como algo estático e inamovible.
El Progreso quiebra absolutamente esa perspectiva sobre el aprendizaje y sobre la idea de “buenos y malos estudiantes” (o profesores). En cambio, nos invita a preguntarnos ¿Qué hace ese estudiante en el aula para progresar de esa forma? ¿Qué creencias y prácticas docentes tiene el profesor del curso que progresa más de lo esperado?
Un docente que cree que todos sus estudiantes pueden aprender e incrementar sus capacidades no sólo tendrá expectativas más altas en relación a ellos, impulsándolos a desarrollarse mejor, sino que también les traspasará esas creencias de superación, y ellos, a partir de esto, contarán con una motivación y autoexigencia que contribuirá a su propio crecimiento y a mejorar los resultados de aprendizaje (Claro, Paunesku & Dweck, 2016; Dweck, 2000).
Sólo si los resultados de Progreso son observados de esta manera, es que tienen un valor diferente al de los reportes de Estado, que nos muestran una “foto” de cómo se encuentran los aprendizajes en un momento determinado.
A partir de la lectura del reporte de Progreso, se puede dirigir el esfuerzo directivo y pedagógico hacia la comprensión de qué es lo que incide en que todavía no se alcance el aprendizaje esperado en las áreas con mayores dificultades. Y, a partir de esto, se pueden generar estrategias que aporten a estas áreas. Además, este reporte permite ver Progresos diferentes para distintos estudiantes y sus trayectorias, lo mismo para cursos y niveles, que si bien pueden no estar alcanzando un Estado esperado, sí pueden estar progresando respecto de ellos mismos en su medición anterior. Esto es sumamente valioso, ya que cada estudiante o grupo es diferente y aprende de forma distinta, lo cual es relevante de considerar a la hora de leer los distintos comportamientos de Progreso, considerando que siempre todos pueden aprender.
Referencias bibliográficas