Sistema de Evaluación de Progreso del Aprendizaje

Por Pablo López

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Para los docentes es importante vislumbrar cómo están aprendiendo sus estudiantes a través de los instrumentos de evaluación que elaboran. Sin embargo, esta tarea no resulta fácil si no se tiene claridad acerca de la precisión de la información que estos entregan; por eso, se hace necesario establecer algunos criterios que permitan construir instrumentos confiables.

En este artículo se sintetizan algunas consideraciones elementales al construir una herramienta de evaluación que permita a docentes y estudiantes saber dónde están hoy en su ruta de aprendizajes y, desde ahí, poder pensar en acciones pedagógicas que ayuden a movilizar al estudiante hacia una próxima meta.

Los instrumentos de evaluación escolar tienen como objetivo medir los logros de aprendizaje señalados en documentos curriculares vigentes en el sistema educacional chileno. Esta evidencia se puede recopilar a partir de evaluaciones internas o externas. Algunas de estas últimas se ajustan al currículo vigente y al cumplimiento de los Estándares Internacionales de Medición[1].

Los propósitos de las pruebas o instrumentos de evaluación son:

  1. Recoger información de la enseñanza y el aprendizaje a partir de un documento o una referencia curricular.
  2. Analizar los resultados individuales y/o grupales de las evaluaciones.
  3. Tomar decisiones frente a los procesos de enseñanza-aprendizaje.
  4. Retroalimentar a los estudiantes entregando información o herramientas para mejorar sus procesos de aprendizaje.

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Con esta información se pretende que los establecimientos educacionales reflexionen sobre sus resultados y puedan identificar desafíos y fortalezas, con el fin de que elaboren o ajusten sus planes de mejora educativa, tanto a nivel de la gestión escolar como de la gestión pedagógica. Dada la importancia que los datos tienen en la toma de decisiones, resulta fundamental que los instrumentos de evaluación estén rigurosamente construidos para asegurar la entrega de información confiable y con distinta evidencia de validez[2].

El proceso que se sugiere para el diseño y la construcción de evaluaciones se resume en las siguientes etapas:

cuadro 4En primer lugar, se realiza un análisis del currículo vigente. Luego, se elabora la tabla de especificaciones, para lo cual se revisan los objetivos de aprendizaje (OA, o Contenidos Mínimos Obligatorios, CMO, según corresponda) dados por este documento, de modo de establecer habilidades y contenidos a evaluar, de los que se desprenden indicadores de evaluación. Asimismo, se precisa la cantidad de preguntas y el peso porcentual de las habilidades y contenidos seleccionados.

Una vez elaborada la tabla de especificaciones, y preferentemente revisada por un experto par[3], se inicia la construcción de cada ítem, teniendo consideraciones para su enunciado y respuesta.

Este proceso de construcción es una oportunidad para preguntarse por los propios espacios y prácticas para construir instrumentos de evaluación en el establecimiento: ¿Solemos tener claro qué se persigue con la evaluación que elaboramos?, ¿está orientada al trabajo realizado en el aula y a la planificación curricular o más bien se busca “pillar” a los estudiantes?, ¿es apropiado el instrumento para los objetivos seleccionados? Dado que el trabajo de elaboración de un instrumento requiere de trabajo colaborativo entre docentes: ¿Qué se puede hacer para construir una rutina en torno a la construcción de instrumentos de evaluación? Si se busca conocer dónde están los estudiantes hoy en su trayectoria de aprendizaje, entonces es una inversión destinar tiempo a elaborar instrumentos que recojan lo más precisamente posible esa información, dado que permitirá dirigir más específicamente las acciones pedagógicas a las necesidades de los estudiantes.

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Referencias bibliográficas

American Educational Research Association, American Psychological Association y National Council on Measurement in Education. (2018). Estándares para pruebas educativas y psicológicas. Washington DC: American Educational Research Association.

Sistema de Evaluación de Progreso del Aprendizaje. (2018). Informe Técnico SEPA. Recuperado de https://www.sepauc.cl/wp-content/uploads/2017/05/Informe-T%C3%A9cnico-SEPA-29.05.2017.pdf

[1] MINEDUC (2012) Bases curriculares para la educación básica (Decreto 439/2012), MINEDUC (2016). Bases curriculares 7º básico a 2º medio (Decreto 614/2013; decreto 369/2015). MINEDUC (2009). Objetivos fundamentales y contenidos mínimos obligatorios de la educación básica y media. Actualización 2009 (Decreto 256 y 254) [para tercero medio]. AERA, APA Y NCME (2018). Estándares para pruebas educativas y psicológicas. Washington DC: American Educational Research Association.

[2] La confiabilidad corresponde a la obtención de resultados similares en distintos procesos y personas, teniendo en cuenta similares características de aplicación de un instrumento. Por su parte, la validez constituye el hecho de que una prueba sea de tal manera concebida, elaborada y aplicada que permita evaluar lo que se espera medir; es decir, que el instrumento mida un determinado contenido, que tenga cobertura de ese contenido y que evalúe los procesos cognitivos relacionados con este.

[3] Se entiende que un experto par corresponde a un docente del mismo nivel y/o área.