Por Lucas Silva Didier
Hace varios años que las evaluaciones estandarizadas de aprendizaje tienen un rol importante en la educación. Seguramente, es fácil pensar en el rol que han tenido para el diseño y evaluación de políticas públicas, incentivos, recompensas y sanciones, por mencionar algunos (Koretz, 2008); sin embargo, muchas veces se desconoce el uso potencial para la mejora educativa a nivel de gestión y dentro del aula. En este plano, los resultados de las evaluaciones estandarizadas se pueden utilizar a nivel central -ya sea en el mundo público o privado- y, a la vez, dentro de la comunidad educativa local.
Para utilizar de forma provechosa los datos de las evaluaciones estandarizadas es necesario que reflejen los aprendizajes de los estudiantes durante todo su año escolar en curso. Así, además de asegurar la confiabilidad (que los resultados sean consistentes en el tiempo) y validez (evidencia científica que respalde las interpretaciones y usos dados a la evaluación) de ese sistema de evaluación, es necesario que los estudiantes puedan dar su mejor esfuerzo a la hora de responder el instrumento.
En reiteradas ocasiones, se ha escuchado a los docentes decir que es muy difícil hacer que los estudiantes contesten la evaluación adecuadamente. Comentan que estos no validan el instrumento, que al no tener calificación le restan importancia o no le encuentran sentido. Sin embargo, en el trabajo con diversos establecimientos usuarios de SEPA a lo largo del país, hemos visto que hay varios asuntos que no son fáciles de abordar al interior de la comunidad escolar, que si se afrontan, hay más posibilidades de motivar a los estudiantes frente a la evaluación. Por ejemplo, ¿existe en el establecimiento un objetivo claro y compartido respecto a esta evaluación? ¿Se ha compartido ese objetivo con los profesores, estudiantes y apoderados? ¿Han reflexionado sobre la gestión y prácticas pedagógicas a partir de los resultados de las evaluaciones? ¿Los estudiantes saben qué hace el establecimiento con los resultados de estas evaluaciones? ¿Han visto alguna vez sus propios resultados? ¿Saben que pueden acceder a ellos y, desde ahí, establecer junto al profesor nuevas metas de aprendizaje que serán más personalizadas? ¿Están conscientes que los resultados no son para crear rankings ni evaluar a los profesores, sino para tomar mejores decisiones pedagógicas que potencien el aprendizaje?
El Sistema de Evaluación de Progreso del Aprendizaje (SEPA) tiene la ventaja de contar con reportes de resultados para uso a nivel de directivos y dentro del aula. Es en estos últimos reportes, los docentes pueden involucrar a los estudiantes en su proceso de aprendizaje a través de la retroalimentación de los resultados a nivel de curso (reporte “Estado del curso por pregunta”) e individual (Reporte por estudiante). A su vez, al trabajar en el aula con los resultados del curso, en que aparecen las preguntas que resultaron más difíciles para el curso (reporte Estado del curso por pregunta), los docentes pueden trabajar los indicadores de evaluación que ahí aparecen y obtener información valiosa para comprender el proceso que llevó a los estudiantes a responder incorrectamente las preguntas. Si estas acciones se complementan con la utilización de las evaluaciones internas para tomar decisiones que modifiquen la enseñanza, entonces, la evaluación formativa comienza a ser parte de la cultura escolar del establecimiento.
Si se busca que los estudiantes estén motivados al momento de la aplicación y, así, den lo mejor de sí mismos al contestar una evaluación estandarizada, es clave que puedan entender y vivir el propósito de esta evaluación. Esto permitirá que en la siguiente ocasión ellos también busquen el mejor desempeño posible para contar con información detallada sobre sus aprendizajes. Para ello, es la propia comunidad escolar -incluidos los estudiantes- la que necesita construir un sentido compartido a la evaluación y actuar acorde a este. Si buscamos formar jóvenes que sean agentes activos de su propio aprendizaje y valoren el rol de la evaluación en este proceso, es vital comunicar los motivos que tiene el establecimiento para utilizar un sistema de evaluación como SEPA y hacerlos parte del uso de los resultados.